viernes, 24 de febrero de 2012

Madonna, nazi (!?)

    Una amiga algo desquiciada (cada vez más) me asegura que Madonna ocupa una posición prominente en una secta satánica y ordenó la muerte de Whitney (“la hizo matar”). Repite la ocurrencia tres o cuatro veces hasta que le digo “basta, ya escuché, si lo decís en serio hacéte ver, si lo decís en broma no vuelvas a repetirlo porque ya está”. “Madonna es nazi”, dice después, en otra derivación de la noche. Le contesto que la reina del pop “es genial”.
Era obvio: nunca pasto del fuego de la pasión
    No para nada, será en todo caso la mejor showwoman de la tierra, pero no es ninguna artista genial, y eso por al menos dos motivos: a) es una mujer que nunca fue pasto de pasión alguna, porque lo suyo es la dureza y el control, el control de todas las variables de la vida y, de manera complementaria, b) tiene una ética darwinista. Sólo lo mejor tiene para ella autorización a la existencia. Es el epítome de la competencia que tanto propulsan los yanquis, porque es la que les gana a todos. No padece y no conoce la piedad: es nazi.
    A Madonna le interesa demasiado el dinero –le digo como si eso negara en algún sentido sus palabras, cuando es obvio que sólo las confirma, pues para la reina del pop el dinero no debe ser otra cosa que el correlato objetivo (la garantía) de su éxito también moral–, y después de discutir hasta última hora de la noche sus ideas le hago escuchar un tema de la super estrella, agregando algo que ya pensé en otras circunstancias de mi vida–: si me dieran a elegir una vida del siglo XX, elegiría la de Madonna. Qué vida.
    Pero ahora, transcurrida la noche, veo que tiene razón. Incluso en lo del asesinato de Whitney, aunque más no sea como modo oblicuo de designar la racionalidad de la industria musical que Madonna tiene en un puño y la occisa debe soportar incluso post mortem (porque se entregó a ella toda su vida, no importa a qué costo).

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